lunes, 2 de junio de 2008

OFICIO DE ESCRIBIR II

-Ilustración de ANA ALMELA-
Leí el otro día que "Escritor… es nada más un oficio", y os pregunto si es así, y si lo es…¿no supone una simplificación?, o ¿es un oficio la creación artística?...
Reflexiono en voz alta: el acto de escribir es en sí mismo un proceso que no puede concretarse en una sola forma de expresión literaria, lo mismo ocurre con un albañil que no sólo hace tabiques o pone suelos o con un policía que no sólo se dedica a poner multas (aunque a veces lo parezca). El acto de escribir puede por lo tanto parecerse a estos otros oficios. El oficio de escritor busca la expresión desde el punto de vista del que trata de coger palabras y crear con ellas algo, de dentro a afuera.
Tener un oficio, sin meternos en conceptos más profundos, puede significar tener una capacidad para “construir” algo con una determinada y peculiar materia prima. El escritor coge y manipula palabras e ideas en su pequeño laboratorio compuesto por un lápiz y un trozo de papel, una máquina de escribir o un ordenador, y ahí recrea, crea, experimenta, induce, sueña, acomete, es acometido, manosea el lenguaje y, hasta lo hace suyo…. ¿es un oficio por lo tanto?...¿no será más bien un artilugio mágico?...
Si lo pensáis desde esta perspectiva más bien es como un místico o un científico loco en un mundo donde ya todo está dicho.

Como escribió Goytisolo hace tiempo, el oficio de escritor, como el de poeta, sería así:

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.

Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre


¿Oficio o qué?

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