sábado, 30 de agosto de 2008

ME LO PUBLICARON EN "EL PAÍS SEMANAL"

-Portada de El País Semanal de la semana pasada donde se publica-
Fue ya a mitad de semana. mientras andaba por las tierras del Norte (Asturias), cuando me llamaron para decirme que el Microrrelato que puse en este mi Bolg (Salpicaduras), había sido publicado en la sección que estos relatos cortos y veraniegos lleva durante el mes de Agosto las páginas de EL PAÍS SEMANAL.

Para mi es una satisfacción que entre los miles de relatos recibidos en El País el mío haya sido seleccionado y editado. Gracias.


Vosotros, lectores de mi Blog fuisteis los primeros en leerlo. Gracias.

lunes, 18 de agosto de 2008

LO OLVIDADO

-Ilustración de la pintora ANA ALMELA-
Hace un tiempo sentí la urgencia de escribir sobre eso que está al otro lado de nuetra presencia porque se encuentra en ese territorio de lo perdido, lo olvidado, lo ya no recordado. El poema ha sido publicado en el nº 71/72 de la Revista de Creación Literaria BARCAROLA, forma parte de un libro que he concluido y dice así:

“Lo olvidado”

“Y ahora quién podría
descifrar este signo”
José Angel Valente

Se regresa siempre al mismo jardín,
a las petunias que plantamos
y al fuego que revienta nuestro corazón
cuando olvida.

Se regresa siempre al mismo cielo,
a lo vivido, a lo que pudo ser dicho,
a lo llorado de otro modo.
A lo olvidado.


martes, 12 de agosto de 2008

AZUL I: UNA HISTORIA VERANIEGA

-Ilustración de la pintora ANA ALMELA-

En medio del desván, entre juguetes rotos, sillas llenas de cansancio y alguna vieja caja de zapatos, almacén fortuito de algún secreto ya lejano, un papel asomó tras unas hojas de libreta que sobresalían de un cajón como queriendo precipitarse al aire de mis manos, y su lectura me pareció el canto libre de unas personas que a lo mejor conocí. Decía:
Aquella fue una tarde ya casi veraniega. Yo vine corriendo por aquel zigzagueante camino en busca de una mirada concreta, de una sonrisa única, aquella que creía necesitar para seguir vivo, la que me hacía sentir mejor y la que acabaría al final por ser el goce más íntimo que el día me ofrecería, como una versión adolescente que no parecía entonces un juego de niños.
Y allí, con unos pantalones oscuros y un suéter blanco, sentada en un banco del jardín, con el pelo libre y oscuro y su carpeta sobre los muslos, ojeando sin mirar unos folios que no le importaban en ese momento, ella miraba hacia el camino, esperando. Y al instante, los dos mirándonos desde el fondo de nuestros ojos, dibujando en los rostros una sonrisa radiante, fundiéndonos en una extraña pero inusitada cadena de sentimientos encontrados, y haciendo que nuestros corazones aligeraran sus ritmos, con el eco grande de sus nobles sentimientos.


No hacía mucho que esa misma tarde nos habíamos visto entre libros y puertas, en apenas un momento lleno de prisas y deseos. Ahora, camino del centro, paseábamos por las calles del barrio viejo, muy juntos, rozándonos, felices, muy felices, y abriendo un mar de esperanzas que engrandecían los impulsos más humanos, porque de eso se trataba, de sentirse partícipes de uno de los sentimientos más humanos y a vez únicos ,y además tocados por la gracia de la Vida…Era lo único que había escrito, a mano, y no pude leer más aunque me hubiera gustado. ¿El inicio de un relato? ¿La narración de un suceso? Sea lo que fuere, vi en un rincón, al final del papel, un nombre: Azul, y aquello me hizo recordar una historia que me contaron hace años cuando me encontré con un viejo peregrino, mientras hacíamos el Camino de Santiago. Era 1983,….