sábado, 26 de abril de 2008

Con los pies fríos no se piensa bien...



Como dice la canción de Pereza, la frialdad en los pies es una mala compañía para pensar. Por eso, ahora que ya el frío ha dejado nuestro paisaje cotidiano, debería ser un buen momento para pensar. Pensar por ejemplo en la cotidianidad de las emociones, o en cómo mejorar nuestro bienestar personal bajo el manto cálido de una lectura.


Con los pies fríos se piensa mal, es verdad. Acaso uno siempre tiene la salvedad de lo místico en cada tiempo nuevo, o tal vez sólo es una utopía, pero a veces sentimos la necesidad de reecontrarnos con esa especie de halo mágico que tras una buena lectura o la creación de un poema, existe. Y yo, amigo lector, lo sé porque lo he vivido.


Ne costaría explicarlo ahora, pero si alguna vez lo has sentido, sabrás de lo que estoy hablando.


Pues eso, que con los pies fríos no se piensa bien, y con el sosiego que da la lectura o el que ofrece todo acto creativo, sí. Y de eso se trata, sólo de eso...

viernes, 18 de abril de 2008

Miro las portadas de libros donde he escrito y...





Hay días en los que uno siente ganas de volver la cabeza hacia lo que ha escrito para ver si aún tienen vigencia las palabras que un día creó con la ilusión de que serían, por lo menos, casi eternas. Y claro, uno sabe sus limitaciones y sabe, además, que lo más radiante de su lucidez se esconde en palabras aún no dichas.


Aún así, cuando leo lo escrito hace 20 años (por ejemplo), siento ensanchanse mi "alma" porque al menos, y sobre todo, fui sincero en mi escritura...como creo que aún sigo siendolo hoy, a pesar de que uno siga siendo un picapedrero del verso, un escritor de poemas, no un Poeta porque eso sería igualarse a los que sí lo fueron (Macahdo, Salinas, Cernuda, A. González,...) y eso, permitirne, es demasiado osadía .

miércoles, 16 de abril de 2008

El Tiempo No Tiene Corazón


Con este título fronterizo entre lo poético y lo narrativo, se presenta el nuevo libro del Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd, del que soy Coordinador. En el prólogo se dice:

Irritaba a Borges que le preguntaran “¿Para qué sirve la literatura?”. Le parecía una pregunta estúpida, y respondía: “¡A nadie se le ocurriría preguntarse cuál es la utilidad del canto de un canario o de los arreboles de un crepúsculo!”. Y eso es exactamente lo que pretende este libro que tienes, querido lector, entre las manos: que conforme vayas leyendo, tengas claro que las páginas leídas han sido tan útiles para ti como el propio tiempo que has pasado leyéndolas, aunque afirmemos en el título del volumen que ese tiempo, no tiene corazón.
La literatura nos acerca al presente, nos retrotrae al pasado y nos hermana con quienes, leyeron, leen y leerán estos textos que nos legan los escritores que conforman la obra creativa de cualquier libro y de éste en particular que tienes abierto. Ese sentimiento de pertenencia a la colectividad humana a través del tiempo y del espacio es uno de los más altos logros de la cultura, y nada contribuye tanto a renovarla en cada generación como la literatura. Pero atención, nadie ha podido demostrar que la literatura forme personas sensatas, respetuosas con sus vecinos, puntuales contribuyentes, excelentes asalariados y civilizados conductores, pero en estos tiempos de escasas utopías, nos gusta creer en una: que la literatura puede ayudar a las personas a reflexionar, a pensar, a sentir, y a transformarse en personas libres