martes, 27 de enero de 2015

¿DEMOCRACIA O DESFACHATEZ?

Asumo por completo el siguiente fragmento de un artículo de mi admirado poeta Luis García Montero, publicado en Público hace unos días. Y lo hago porque entre todas las cosas que hacen algunos, lo que me pone de los nervios es que me traten como tonto.

La política española y el comportamiento de nuestros políticos se basa en un principio fundamental: los ciudadanos son tontos. Los representantes públicos fabrican explicaciones de sus actos con el convencimiento de que los españoles son tontos, las españolas son tontas y la infancia en España no es más que un periodo de inocencia natural llamada a perpetuarse en forma de solemne tontería.

[…]Porque los políticos españoles tratan a sus ciudadanos y, sobre todo, a su propio electorado, como si fuesen los tontos más tontos de todos los tontos. Y lo hacen para ocultar delitos y, también, para desviar las discusiones sobre asuntos que pueden ser legales, pero que resultan feos y desmienten los valores que se predican. Hay cosas legales que no se ajustan a la dignidad política. 

[…]Empecemos por los delitos y los tontos. El juez instructor, la Fiscalía y la Abogacía del Estado acreditan en sus conclusiones sobre el caso Bárcenas que el PP tuvo una Caja B. A esa Caja iban a parar comisiones y pagos en negro, y de ella salían la financiación ilegal y los sobresueldos. La respuesta de los máximos responsables del PP es que su tesorero, el hombre clave de sus finanzas durante años, no tiene nada que ver con el PP, que nadie sabía nada, que Bárcenas era un señor, una persona, un individuo desconocido que pasaba por allí. En cualquier otro país democrático un asunto tan turbio hubiera causado la dimisión inmediata del presidente de Gobierno y de la secretaria general del PP. Pero la pérdida de la vergüenza política en España se funda en la consideración de que los españoles son tontos. El PP trata de tontos o de sinvergüenzas a sus votantes y los hace comulgar con ruedas de molino.

[…]Y lo más grave de todo es que nos tomen por tontos, por los tontos más tontos.”

Lo que deberíamos pedirles todos –quienes les voten y quienes no les voten- es, por favor, que no nos tomen por imbéciles. O al menos que no se extrañen después de que cada vez más gente esté desengañada de la política viendo que la Democracia se transforma con mucha facilidad en desfachatez. Por favor, ¡un respeto!

miércoles, 14 de enero de 2015

RELIGIÓN, ÉTICA Y FANATISMO

Una vez más la sinrazón y la barbarie disfrazada de religión golpea a las personas y a los derechos humanos; y esta vez lo hace en un país occidental (Francia) que con su revolución cambió definitivamente la sociedad y por lo tanto la vida de las personas habiendo un antes y un después de esos momentos históricos, momentos que tuvieron sus orígenes con aquel movimiento cultural, filosófico y artístico que fue la Ilustración (por cierto, no habido en el mundo musulmán)
Estos días se habla de un enfrentamiento entre el radicalismo del Islam y la cultura de Occidente cuando creo que el enfrentamiento es entre los mismos musulmanes. Hay varios islamismos como hay varios cristianismos. Todo este mundo del yihadismo no encuentra, entre los mismos musulmanes moderados o espirituales, una respuesta adecuada. Dicen estar en contra de la barbarie yihadista -y así lo expresan en muchísimos lugares del mundo-, pero no son tan contundentes con otros aspectos relacionados con su marco conceptual.
Dadas las circunstancias actuales, con un Estado Islámico en auge y una guerra ideológica por adueñarse del Islam, es incomprensible que por ejemplo desde la política educativa española se suprima la asignatura de Educación Cívica y que la nueva Ley permita elegir entre educación religiosa y educación ética. La respuesta no es más religión sino más ética, respeto y dignidad humana.
Dice el filósofo y pedagogo Juan Antonio Marina, que el islamismo necesitaría 3 acciones como en su tiempo necesitó el cristianismo: Una defensa de la democracia (nunca ha habido guerras entre naciones democráticas); el cultivo de un pensamiento crítico como la gran defensa contra el fanatismo; y la sumisión a una ética laica universal que pasa por la defensa de los Derechos Humanos.


El grito de Je suis Charlie es un lema de solidaridad y de defensa de la libertad de expresión, y a la vez un estado de las cosas entre los que pensamos que la clave sigue siendo la Educación y la Cultura bajo las premisas de los Derechos Humanos, no un tema de emigración, por supuesto.