jueves, 18 de febrero de 2016

CARTA A AURELIO GUIRAO....20 AÑOS DESPUÉS


Querido Aurelio,

como diría nuestro común amigo Manolo Dato, me sigues “debiendo cartas”, cartas que me ayuden en mi escritura y a gozar de nuestra común historia sierpera, pero hoy, viendo el paisaje ya amplio que tras tu silencio dejaste, he decidido escribirte, al cubierto de este tiempo en el que te homenajeamos recordando los 20 años de tu ausencia.

Cuando te marchaste, iba yo atareado con la nueva habitante de mi casa, mi hija menor, a la que tú hacías mimos y te gustaba coger y sonreír con esa amabilidad que siempre iba contigo en nuestros encuentros. Pero ya estabas muy enfermo y notabas que la vida, ese camino de tragedia en el que habías transitado, se iba. Y en un octubre otoñal, cinco meses antes de irte, tus amigos te hicimos un pequeño homenaje, una sorpresa que tú siempre supiste que tenía el sabor de una despedida. Luego, apenas saliste de aquella habitación en la que encerraste tu enfermedad, con aquel balcón a la vega y a la atalaya que tanto te gustaba y nos gustaba, y entre libros y proyectos que siempre estabas dispuesto a emprender aun a sabiendas que no los verías hechos realidad, y allí te despediste de cada uno de nosotros a tu manera, poeta.

Ahora explico a quien me quiere oír cómo te conocí y cómo te invitamos a ingresar en nuestra casa común de La Sierpe y el Laúd. Aquellas tardes en el viejo edificio de telefónica de la Esquina del Convento donde preparamos el número cero de la Revista literaria, y aquel aire de poeta trágico con el que Paco Pino nos presentó. También aquellas tardes en los Valencianos y en el Otawa, tu cigarro y tu humanismo a flor de piel amistosa. Los quince años de vida que compartí contigo en la Sierpe dan para mucho (libros, actos, viajes, anécdotas, “escombros”, ….), aunque hoy sepan a poco porque me dejaste con muchos proyectos y muchas cosas por hacer y aprender de ti; huérfanos te lloramos reivindicando desde aquel 1996, tu obra poética.

Hoy la Sierpe, tu Sierpe, sigue viva aunque ya nunca será aquella. Yo, he dejado la coordinación tras 35 años y sin ti y sin Manolo, me he sentido un poco solo. Me enorgullezco de haber estado ahí tirando del carro con mis errores y aciertos, pero reconozco que últimamente os echaba de menos, me sentía cansado de algunas incomprensiones y afectos que a lo mejor no lo eran pero que me lo parecían. No obstante, sigo y seguimos, porque es muy grande esta Sierpe, y se merece lo mejor.

Siempre tuve en tí al maestro, un amigo que me ayudó a repensar el verso, a entender su técnica y a conocer mejor los recodos de la creación literaria. Aún hoy, cuando alguna vez me pongo a escribir, a expresar mis emociones con la única forma que sé, con el verso, vienen a mi memoria aquellas charlas en las que me instruías sobre la magia y la técnica poéticas. Tu vida y tu obra debieran ser conocidas y valoradas por todos, y desde mi compromiso como amigo y poeta, he estado en ese camino desde hace ya muchos años. Mis alumnos, y otros alumnos ciezanos, me han oído hablar de tí y de tu obra, ¡Hasta te he leído junto a La Sierpe en sitios tan distintos como Villamanrique, Albacete o Toledo!, y lo seguiré haciendo. Creo que el patrimonio cultural de tu ciudad debe ser cuidado y difundido, y en él tú estás entre sus primeras figuras.

Por eso, algunos amigos y tus compañeros de La Sierpe y el Laúd, hablaremos de ti otro 23 de febrero, veinte años después de tu ausencia, y haremos memoria de tu semblanza y de tu obra literaria, porque nos apetece y porque te queremos.

Nada más, amigo, quedo esperando tus noticias. 
Un abrazo muy fuerte.

ANGEL ALMELA

PD.- Dale también un abrazo de mi parte a Manolo, que seguro andará contigo por ese cielo de poetas.

martes, 9 de febrero de 2016

MI LECTURA DE "LOS ENSAYOS"



Llevo días queriendo explicar mi experiencia sobre la lectura de Los Ensayos de Montaigne que terminé en navidad, y recurría una y otra vez a un texto que, desde mi posición lectora, diera cuenta de mi satisfacción,... pero no encontraba esa forma rotunda de hacerlo.

Hoy me he topado con este texto de otro de mis admirados escritores, Muñoz Molina, y ¡Por fin!, he hallado en él, lo que yo quería decir (para una entrada de Blog, claro). Por eso, lo copio y lo dejo, asumiendo cada uno de sus palabras:

"...me puse a leer los Ensayos completos y en orden. Lo que me sucedió vino por sorpresa. Al principio los compartía con otras lecturas. Las notas a la edición resuelven muchos arcaísmos y alusiones del vocabulario, pero me hacía falta tener el diccionario a mano, y había pasajes fatigosos. Pero poco a poco, según avanzaba, y según la familiaridad aliviaba las dificultades, Montaigne fue ocupándome más y más tiempo, con una parte de exigencia y otra de recompensa gradualmente acrecentada. El libro se me imponía como se le impone a uno a veces una historia que está escribiendo, con una presión imaginativa muy sostenida, y poco a poco excluyente. En trenes, en aviones, en habitaciones de hotel, en salas de espera, en andenes de metro, en bancos soleados de parques, Montaigne estaba conmigo, su soliloquio conversador y vagabundo no se interrumpía. Salía para una excursión en bicicleta y en la mochila llevaba el tomo conmigo, sustancioso y liviano. Los juglares pedigüeños del metro se me volvían más importunos porque me estropeaban la concentración de la lectura. Una obra que creía conocer bien me revelaba hallazgos insospechados, momentos de silencioso fervor, iluminaciones sobre mí mismo y la gente que conozco y el presente en que vivo. Dice Montaigne que su libro lo ha hecho a él a lo largo de los años en la misma medida en que él ha hecho el libro. Algo semejante nos ocurre a sus lectores perseverantes. Los Ensayos nos van haciendo, se convierten en nuestro talante y en nuestra mirada. Wallace Stevens habla en un poema de un lector que se convierte en el libro que lee."

jueves, 4 de febrero de 2016

NO TE PIERDAS EL GRITO DEL BLUES

Si a alguno se le aparece el grito desgarrado y bello de Janis Joplin, que no se perturbe porque la voz arrugada y longa de aquella mujer pequeña en tamaño y grande en interpretación musical, ha reaparecido en la garganta y el corazón artístico, en su arte, de esta cantante estadounidense, Beth Hart.

Sólo disfrutar, hasta el final, y lo sentiréis dentro, en el hueco olvidado del recuerdo y también en la piel.