martes, 14 de octubre de 2008

-Ilustración de ANA ALMELA-
Aunque crea en el rapto poético, en la voracidad del poema, en el vocablo exacto de las cosas y en el desierto que libra una batalla contigo (y a veces te puede),casi siempre he pensado que es más importante el ojo que lee el poema, que el ojo que mira lo que escribe su mano.

Este poema que escribí hace algún tiempo, marca distancias con ese suceso…¿o no?

Por eso,
cuando el viento golpea tus ojos
y deja un rastro de ramas y de versos en tu libreta,
intentas comerte el gozo entre los poros,
esclarecer si cabe el espacio que hay entre tu pecho y el alma,
y apostar por la reina de corazones,
aunque sepas que las cartas están marcadas
por estelas de luz como pretextos.

2 comentarios:

François de Fronsac dijo...

Estimado Ángel:
Gracias por tu interés y tu comentario en mi diario. Puedes conseguirla en San Javier, a partir del día 24 de octubre, que la presento. O puedes conseguirla en la FNAC, donde la presento el día 19 de noviembre, a las 20 horas. (Me encantaría verme acompañado de muchos amigos y amigas)
Y si no tienes espera, en cuatro días te la envian, pincha en este enlace: El rey de las esfinges

Anónimo dijo...

Muy bueno el poema, nene. Eso del ojo que ve me ha recordado una frase genial que tiene su enjundia, "descubierta" por un místico renano de la Edad Media: El ojo con que ves a Dios es el mismo ojo con que Dios te ve.
Un abrazo