viernes, 28 de octubre de 2011

EL MAR

He leído hace unos días, en un artículo, que "Los sonidos tienen el potencial de modificar el cuerpo y el ánimo, y el del mar es uno de los más evocadores para nosotros" (doctora Shelley Batts, neuróloga de la Universidad de Stanford, que busca explicar qué nos sucede a los humanos cuando estamos cerca del mar).
Por mi experiencia, yo sabía que algo pasa cuando uno se acerca a observar, ver o tocar el Mar, al menos para mí. Uno de los poemarios de los que estoy más satisfecho fue SABOR A MAR que publiqué en el Nº 9 de la Revista Literaria La Sierpe y el Láud (Cieza, 1991), con el que además gané un Premio nacional de Poesía (IV Premio CSIC, 1986). En él traté de expresar mi relación con el Mar-la Mar y las emociones que él/ella me evocaban.
Como hace unos días mi hija Ana me habló de ir a un concierto de Loreena MacKennitt, me acordé de una de sus hermosas canciones, (La oración de Dante), en la que se hace una llamada, casi angustiosa, para acudir al mar, como refugio de lo que fuimos: 
Dirige tu mirada hacía el océano
Dirige tu mirada hacia el mar
Cuando la noche oscura parezca interminable.
 
Hace unos días escribí un poema sobre este referente humano tan unido a mí mismo. Lo escribo a continuación, para que -si quieres- lo leas y veas el Vídeo de la canción de Loreena. Ojalá puedas disfrutar unos minutos del sosiego que el/la Mar, seguro te transmitirá. 
 
Quise saber el porqué de tu nombre,
preguntar sobre aquella melancolía
que te esculpió húmedo
en la madrugada de tu gesto,
pero salpicaste mi mano
que intentaba tocar tu agua.
Quise saber de tu voz salada,
preguntar por la intimidad de tu blanda piel
que se viste como un vaho ancestral,
intentar recuperar tu armonía,
y me dejaste atónito, sumiso,
embelesado en tu vaivén rítmico,
como un ridículo argonáuta
en la memoria del istmo.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vídeo y poema mu bonicos, hermanico.

Francisco Javier Illán Vivas dijo...

Gracias por recuperarlo.

Hécate dijo...

La pelirroja a la que adoro, esa mujer, la mujer, ese aceite virgen en donde hierve la vida; aunque al final todo quede en un amable sueño del que nos sueña...Menos da una piedra, que se suele decir.
Un abrazo.