martes, 9 de febrero de 2016

MI LECTURA DE "LOS ENSAYOS"



Llevo días queriendo explicar mi experiencia sobre la lectura de Los Ensayos de Montaigne que terminé en navidad, y recurría una y otra vez a un texto que, desde mi posición lectora, diera cuenta de mi satisfacción,... pero no encontraba esa forma rotunda de hacerlo.

Hoy me he topado con este texto de otro de mis admirados escritores, Muñoz Molina, y ¡Por fin!, he hallado en él, lo que yo quería decir (para una entrada de Blog, claro). Por eso, lo copio y lo dejo, asumiendo cada uno de sus palabras:

"...me puse a leer los Ensayos completos y en orden. Lo que me sucedió vino por sorpresa. Al principio los compartía con otras lecturas. Las notas a la edición resuelven muchos arcaísmos y alusiones del vocabulario, pero me hacía falta tener el diccionario a mano, y había pasajes fatigosos. Pero poco a poco, según avanzaba, y según la familiaridad aliviaba las dificultades, Montaigne fue ocupándome más y más tiempo, con una parte de exigencia y otra de recompensa gradualmente acrecentada. El libro se me imponía como se le impone a uno a veces una historia que está escribiendo, con una presión imaginativa muy sostenida, y poco a poco excluyente. En trenes, en aviones, en habitaciones de hotel, en salas de espera, en andenes de metro, en bancos soleados de parques, Montaigne estaba conmigo, su soliloquio conversador y vagabundo no se interrumpía. Salía para una excursión en bicicleta y en la mochila llevaba el tomo conmigo, sustancioso y liviano. Los juglares pedigüeños del metro se me volvían más importunos porque me estropeaban la concentración de la lectura. Una obra que creía conocer bien me revelaba hallazgos insospechados, momentos de silencioso fervor, iluminaciones sobre mí mismo y la gente que conozco y el presente en que vivo. Dice Montaigne que su libro lo ha hecho a él a lo largo de los años en la misma medida en que él ha hecho el libro. Algo semejante nos ocurre a sus lectores perseverantes. Los Ensayos nos van haciendo, se convierten en nuestro talante y en nuestra mirada. Wallace Stevens habla en un poema de un lector que se convierte en el libro que lee."

No hay comentarios: