El Otoño como concepto poético que tantos literatos usaron y usarán, es hoy el tópico de mi entrada.
Pienso que hay muchos elementos comunes en la mayoría de las creaciones literarias que sobre él se han hecho tales como la Melancolía, el Fin de una etapa vital, etc. Si para Victor Hugo el otoño puede ser una propuesta melancólica de tono confidencial que permite descubrir inquietudes humanas (Hojas de Otoño). Para Valle Inclán es el tiempo en el que los amores del marqués de Bradomín y Concha entran en una fase melancólica para terminar de manera terrible (Sonata de Otoño). Para Angel González el otoño es, además de la última entrega poética del maestro, un espacio elegíaco y reflexivo (Otoño y otras luces).
Para mí, puede ser un momento vital paradójico, en el que el día se llena de elementos claros y grises, pero también de rituales sentimentales, como en este poema que he escrito hace poco:
El sol ha salido
alborando el círculo mágico de la vida
con el suave estrépito de su luz,
contagiando de azules y grises la hondonada,
vociferando su carácter
entre aromas de agua.
Con él
también la oscuridad imperfecta de las calles
donde yacen los abrazos y los besos
de los días luminosos y cálidos.
Despertamos, el sol y yo,
en la orilla de la rutina de los días
donde nuestras voces engullen hablando,
el silencio.
El sol ha salido hoy
a pintar el mundo desde arriba.
3 comentarios:
Una pena lo de este verano tan largo; cuando realmente la "estación de Hécate" entre en esta tierra, y me refiero al otoño, será el primero en mi vida de adulto que viviré intensamente. Es mi deseo y hasta me ilusiono con ello.
Conforme avanza la vida en el hombre Ángel Almela, los versos del poeta se van haciendo más profundos, como surcos que labran el hondo corazón de la belleza.
Me gustaría traer aquí un poema de otro mensajero de paraísos perdidos, el maestro Ángel González, cuyo libro "Otoño y otras luces" citas en la entrada:
EL OTOÑO SE ACERCA
El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre.
Siempre es una satisfacción personal leer al gran maestro, Angel González.Gracias.
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