CARTA A UN CIEZANO EN AGOSTO
Querido paisano: En este tiempo de Agosto, de Feria y de “muncha calor”, te mando estas letras esperado que al recibo de las mismas te encuentres bien y ya disfrutando, un año más, del final de este mes para cumplir con el rito de la Feria del Pueblo. Un rito que ya sabes ha cambiado mucho y que no es lo que era, pero eso es ley de vida. Las Ferias han sido siempre un abrevadero abundante de cronistas y literatos a lo largo del tiempo, aunque yo no pretendo ser ni uno ni lo otro. Unos, partidarios de la grandilocuencia exagerada, otros de la reivindicación rancia del pasado, (ya sabes, cualquier tiempo pasado fue mejor), otros del recuerdo personal melancólico y otros, de simples juegos florales. En general, querido amigo, lo que uno espera leer en una de esas Revistas de la Feria, es un variopinto relato de todas las categorías porque en eso está la gracia de este tipo de publicación, en leer diferentes opiniones y desde diferentes puntos de vista. De ahí que esta carta que te dirijo tenga también como finalidad tratar de congratular a algunos de sus lectores, y de paso contarles algunas cosas que en este tiempo me apetece contar, aunque te juro que no hablaré nada de la jodida Crisis.
Por ejemplo, que las ciudades las han hecho y las hacen las personas que vivimos en ellas, y que hubo, hay y habrá una Cieza tradicional, racial y espiritual, y otra bastante opuesta a ésta. Que ambas se siguen paseando por los lugares más ciezanos de esta vieja ciudad y que ambas tratan de convivir bajo la mirada vigilante de nuestra montaña madre, la Atalaya, aunque a veces sea difícil. Pero esta madre, cuya moral sólida y activa da igual sombra a todos, al cinismo y al compromiso, al integrismo y a la tolerancia, no abruma con su fortaleza, sino que somos nosotros, sus hijos los ciezanos, los que de vez en cuando abrumamos a la misma Historia y al presente de nuestra ciudad con controversias y disparates que harían chillar a otra montaña si no fuese porque la nuestra, que es vieja y sabia, ha visto pasar ya mucho. ¿Qué diría por ejemplo esta madre de lo que ha pasado con El Capitol?, ya sabes, ese hermoso Teatro en el que muchos aprendimos muchas Artes, unas más intelectuales que otras pero todas importantes. Ya sé que no era una ruina romana ni árabe, ni siquiera una catedral, pero era (triste tiempo pasado), un lugar decente y ya nuestro a conservar y proteger, que no se merecía un final tan balcánico. Creo que los pueblos son corresponsables de las salvajadas desencadenadas por sus dirigentes, pero también creo que nunca deben pagar justos por pecadores, aunque los pecadores hayan sido muchos.
Veo, como espectador interesado del devenir reciente de nuestro pueblo, que parece que se portan (cada vez más), banderas de individualismo y eso, no me gusta. Es decir, banderas de sentirse amo de todo, pasajero de nada e incapaz de orgullo colectivo. Observo que demasiadas gentes van por la Cieza del siglo XXI, la de de la globalización, con una actitud cada vez más egoísta, menos cívica, más retrógrada y menos reivindicativa. Que parece que nos da igual tirar cosas a las calles y que éstas estén sucias, o que nuestros perritos se pongan a hacer sus necesidades en las aceras, o aparcar sin preocuparnos de ocupar más espacio del que necesitamos impidiendo así que otro vehículo aparque, que algunos jóvenes manchen, afeen o dejen basura en lugares públicos y naturales que son para el disfrute de todos; o qué decir que se peatonicen un montón de calles sin arreglar primero el problemazo que tenemos en nuestra ciudad con los aparcamientos, o que se gaste una pasta gansa en algo tan inane como cambiar las aceras de color cuando hay tanto por hacer, o que tiren El Capitol…¡y luego dicen que no hace falta Educación para la Ciudadanía! . Pero este pueblo nuestro también ha hecho posible cosas hermosas como nuestro Museo Siyasa, o ha ejercido la solidaridad, como con en el último desastre de Haití.
Pues eso, querido amigo, que sería bueno hacernos autocrítica y estimular la discrepancia, que ésta es inclusive anterior a la Historia porque surge del propio pensamiento humano, pero sobre todo que sería bueno ponernos de acuerdo; que nos deberíamos sentir conciudadanos (con todo lo que implica) que no patrioteros, aceptar que los demás tienen parte de razón y acordar un modelo cívico de ciudad. ¿Difícil?, ¡pues claro que lo es!, todo lo que merece la pena lo es. Lamentablemente, querido amigo, falta un tanto de Poesía y un mucho de Pedagogía (y viceversa), dos ciencias tan necesarias para la vida como el aire que respiramos como decía el Poeta refiriéndose a la primera de ellas. Poesía que nos ayude a sentir y compartir trozos comunes de humanidad y de estética, a la par, en vez de tanto individualismo y circo vulgar; Pedagogía que nos ayude a conocer para poder comprender mejor y no perder la memoria, en vez de tanta mala follá y dogmatismo religioso. Es mi humilde criterio, querido paisano.
Y ahora se acerca nuestra Feria, San Bartolo, el Castillo y la Traca, las noches de cerveza y salchichas, churros y chocolate, turrones y almendras garrapiñadas, … unas fiestas tradicionales que merecen ser renovadas y que creo que han perdido su primer lugar entre las más grandes de nuestra ciudad en beneficio de la Semana Santa. No voy yo, ya entrado en los cincuenta, ni a rememorar las ferias de mi infancia para comparar (otros lo harán), ni soy quién para decir qué o cómo hay que hacerlas, pero sí reivindico para ella un lugar importante, algo que creo que pasa, querido amigo, por incorporarle elementos ¡que nos identifiquen y la hagan nuestra! (no más inventos, por favor),…porque a veces olvidamos lo que somos y nos tragamos lo que hacen otros pueblos, sin rubor. Seamos sensibles a lo que ha funcionado siempre e incorporemos lo que debamos, y en todo caso, querido ciezano y ciezana, intentemos hacer de estas fiestas –a pesar de lo que está cayendo, pero como un ejercicio de salud mental, colectivo- un elogio a la Sonrisa, no una sonrisa eco respuesta de otra, sino una espontánea y propia; una sonrisa de la alegría de poder sonreir.
El ciclo vital de los ciezanos tiene en estas fechas un punto importante de referencia, su Feria; querido amigo, te pido que la goces con alegría, sabiendo extraer sus verdades (que las tiene), dulces y amargas, saboreemos las dulces y que el amargor no sea decadente sino estimulante, como el de los aperitivos en una de las tascas de la Feria.
Recibe un abrazo de tu paisano, que lo es
1 comentario:
Me alegra haber coincidido este año en tantos asuntos literarios contigo, y sobre todo en este de nuestro querido pueblo.
Me siento receptora de tu carta.Te deseo feliz tiempo de feria.
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