Este verano hemos andado por tierras de la Provence francesa, la Toscana italiana y recalado en Venecia, pero todo fue una excusa viajera para asistir a un concierto de Pink Floyd/David Guilmour, algo que teníamos prometido desde hace años y que por fin, hemos cumplido.
El extraordinario concierto tuvo lugar en Nimes el 20 de julio y allí, en su anfiteatro romano con más de 2000 años de vida (las Arenas), pudimos asistir a uno de esos eventos musicales que es difícil de calificar porque a veces, las palabras, no pueden definir correctamente lo que sentimos y vemos. Quizás, por eso, lo de Maravilloso o Único, sólo expresan parte de las emociones que al menos nosotros, fuimos capaces de albergar en casi las 3 horas de concierto.
Pink Floyd fue una banda de músicos que abrieron en su día el melón de un tipo de música especial (la psicodelia, el rock progresivo, ...) que desconcertó e ilusionó a la misma vez, y que con The Dark Side on the moon (El Lado Oscuro de la Luna), alcanzaron una cima musical a la altura de los más grandes. Yo, desde mi juventud ya lejana, fui un emocionado seguidor de este grupo británico, y lo sigo siendo.
Por eso, cuando supimos que tocaban en Nimes, preparamos un viaje que además, tuviera un largo recorrido por zonas que o no conocíamos o habíamos visitado hace ya mucho, mucho tiempo, como es el caso de Venecia, a la que habíamos ido hace 33 años.
Nimes, Uzés, Pont du Gard, Les Baux de Provence, Arles, Montpellier o Aviñón, fueron las ciudades francesas donde pateamos sus calles y gozamos de su paisaje y sus vinos. Galole in Chianti, Siena, Pienzza, Montepulciano, San Gimignano, Arezzo, Cortona o Florencia, lo fueron en la Toscana itliana y medieval. Y para finalizar, la preciosa ciudad de Venecia.
Por eso, de las ciudades Romanas a las amuralladas del Medioevo, pasando por las impresionantes obras del Renacimiento, hubo un silencio sonoro que acompañó el viaje entre atmósferas creadas con la guitarra de Guilmour y el verde de las colinas y el agua entre las piedras.....Todo un conjunto de emociones y sentimientos salpicados con la certeza de una realidad que nos hace más vivos y que con 60 años uno siente que son ya un privilegio.
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