Ayer le dieron el Premio Nacional de las Letras Españolas por toda su obra al escritor e intelectual, JOSÉ LUIS SAMPEDRO, este gran hombre de aspecto "quijotesco" como muy bien recoge la foto con que ilustro esta entrada, un Premio a todas luces ¡merecidísimo!.
Ha tenido que "resistir" (y digo bien, RESISTIR, porque él es un hombre de Resistencia frente a la mediocridad y la intolerancia) 94 años para que le den este galardón tan prestigioso, pero al fin se ha hecho justicia.
Yo hace tiempo que descubrí a este gran escritor. Primero como tal, cuando leí "La sonrisa etrusca" en 1986 al que siguieron otros libros, pero también descubrí al Sampedro intelectual lúcido que aporta reflexiones sobre la vida, la muerte, el amor, la libertad y otros temas. José Luis Sampedro no es un hombre de acción en el sentido clásico del término o al menos en sentido estricto. El pensamiento, la reflexión y la contemplación han sido a la vez su alimento, el objeto de su preocupación y su legado.
Entresaco de él tres magníficas respuestas suyas:
-El mercado no da la libertad. La libertad es como una cometa. Vuela porque está atada a la responsabilidad del que maneja. Lo sabían los revolucionarios franceses: libertad, igualdad, fraternidad. Hay que tener el pensamiento libre y crítico. Para ser yo, la poca cosa, la neurona que sea, necesito pensar con libertad. Con la libertad de la cometa. Mire las elecciones. Hay unas campañas fabulosas para inculcar a la gente lo que tiene que votar. Y como el poder tiene unos medios extraordinarios de difusión, que son de persuasión, logra que se vote a quien se vota y pase lo que pasa.
-Me pueden apartar, me pueden jubilar, pero no me pueden jubilar de mí mismo.
-Yo me considero un inmigrante en esta España. La manera de ser se construye en la adolescencia. Yo me construí en la España de los años treinta. En el 36 tenía 19 años, empezaba a vivir. Y entonces vino la catástrofe. Soy un inmigrante que no puede volver a su país porque ha desaparecido. En la Guerra Civil estuve en los dos campos, pero la dictadura fue una monstruosidad, aún hay quien dice que se vivía con placidez, serían ellos. La Universidad fue decisiva, dar clase es para mí tan importante como la literatura y la economía. Luego vino la etapa de padre de familia.