-Ilustración de pintora ANA ALMELA- Hoy 8 de MARZO, se celebra el Día Internacional de la Mujer, y está bien que recordemos en este día la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre y por ejercer sus derechos al mismo nivel que los hombres.
Como he leído recientemente, "Cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su día, pueden contemplar una tradición de no menos de noventa años de lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo."
Porque la idea de un día internacional de la mujer sólo surgió al final del siglo XIX y además en el mundo industrializado, en un período de expansión y turbulencia, de crecimiento de la población e ideologías liberadoras.
Concretamente, en su cronología he encontrado este dato:
1917: Como reacción ante los 2 millones de soldados rusos muertos en la guerra, las mujeres rusas escogieron el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de "pan y paz". Los dirigentes políticos criticaron la oportunidad de la huelga, pero las mujeres la hicieron de todos modos. El resto es historia: cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto. Ese histórico domingo fue el 23 de febrero, según el calendario juliano utilizado entonces en Rusia,o el 8 de marzo, según el calendario gregoriano utilizado en otros países.
Pues, por mi parte, ¡FELIZ DÍA!, porque es de justicia y porque aún, a pesar de la conmemoración de Días como éste, sigue habiendo en el mundo millares de Mujeres que no tienen los mismos derechos que los hombres, y siguen soportando humillaciones ancestrales.
Y como homenaje, ahí va este poema de Mario Benedetti al hilo de un verso de Juan Gelman:
¿Y si Dios fuera mujer?pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurarhasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.