Asumo por completo el siguiente fragmento de un artículo de mi admirado poeta Luis García Montero, publicado en Público hace unos días. Y lo hago porque entre todas las cosas que hacen algunos, lo que me pone de los nervios es que me traten como tonto.
“La política española y el comportamiento de nuestros políticos se basa en un principio fundamental: los ciudadanos son tontos. Los representantes públicos fabrican explicaciones de sus actos con el convencimiento de que los españoles son tontos, las españolas son tontas y la infancia en España no es más que un periodo de inocencia natural llamada a perpetuarse en forma de solemne tontería.
[…]Porque los políticos españoles tratan a sus ciudadanos y, sobre todo, a su propio electorado, como si fuesen los tontos más tontos de todos los tontos. Y lo hacen para ocultar delitos y, también, para desviar las discusiones sobre asuntos que pueden ser legales, pero que resultan feos y desmienten los valores que se predican. Hay cosas legales que no se ajustan a la dignidad política.
[…]Empecemos por los delitos y los tontos. El juez instructor, la Fiscalía y la Abogacía del Estado acreditan en sus conclusiones sobre el caso Bárcenas que el PP tuvo una Caja B. A esa Caja iban a parar comisiones y pagos en negro, y de ella salían la financiación ilegal y los sobresueldos. La respuesta de los máximos responsables del PP es que su tesorero, el hombre clave de sus finanzas durante años, no tiene nada que ver con el PP, que nadie sabía nada, que Bárcenas era un señor, una persona, un individuo desconocido que pasaba por allí. En cualquier otro país democrático un asunto tan turbio hubiera causado la dimisión inmediata del presidente de Gobierno y de la secretaria general del PP. Pero la pérdida de la vergüenza política en España se funda en la consideración de que los españoles son tontos. El PP trata de tontos o de sinvergüenzas a sus votantes y los hace comulgar con ruedas de molino.
[…]Y lo más grave de todo es que nos tomen por tontos, por los tontos más tontos.”
Lo que deberíamos pedirles todos –quienes les voten y quienes no les voten- es, por favor, que no nos tomen por imbéciles. O al menos que no se extrañen después de que cada vez más gente esté desengañada de la política viendo que la Democracia se transforma con mucha facilidad en desfachatez. Por favor, ¡un respeto!
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