Estuve el otro día viendo una parte de uno de esos debates televisivos y pude observar, por parte de una persona invitada, un economista y catedrático (D. Juan Torres, que yo no conocía), una muestra de lo que debería ser la mesura, la buena educación y el sentido común aplicado al debate democrático.
Creo que la honestidad de los discursos se debería regir por la exigencia con una cierta coherencia intelectual, totalmente contraría a los discursos llenos de frases destructivas y partidarias, de rabia y descalificación de algunos contertulios que no aportan nada interesante o digno al debate y sí mucho de exclusión y pobreza intelectual, hasta el colmo de ir a debatir algo (en este caso se trataba de un documento), que no se ha leído.
Lo pongo debajo para que observéis el grado de distorsión intelectual y de demagógia que puede darse cuando algunos se empeñan en atacar algo, que por supuesto puede ser debatido, pero No todo vale.
Con las armas de lo deshonesto y de la poca vergüenza no se construye nada.
Luego se quejan de que Podemos vaya ganando simpatías...;viendo lo visto, darles una oportunidad es un acto de honestidad ciudadana y, al final, un medio más de entendimiento con una sociedad ya bastante asqueada y cada vez más empobrecida.
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